La frase “El envejecimiento de la población”, es un tópico, necesario e ineludible de cualquier intervención en la comunidad, cuando de personas mayores se trata. Los indicadores demográficos vienen constatando y continúan previendo el incremento de personas mayores a nivel mundial. El alto índice de personas mayores se ve favorecido por el aumento de la esperanza de vida, esperanza que se hace tangible en más años de vida, pero no necesariamente más años de buena vida.

 

Dentro de este incremento de personas mayores, también habrá un envejecimiento de la vejez, ya que aumentan las proporciones de personas que superan los 80 años y los centenarios, que pasarán de representar un 0,10% en el 2011, a un 0,14% en 2020 y un 0,45% en el año 2050, sobre el total de personas de 65 años y más.  El incremento de las personas mayores, dispara también, el incremento de personas mayores dependientes, ya que la edad y la dependencia están íntimamente relacionadas. La dependencia puede venir de patologías que se arrastran a lo largo de la vida o por la aparición en la edad mayor de trastornos, disfunciones o traumatismos que la puedan desencadenar. Dentro de los sucesos traumáticos se cuentan las CAÍDAS, como un factor que puede generar, aumentar o/y agravar la dependencia.

 

La pérdida de habilidades para el control postural puede provocar caídas en las personas mayores que pueden tener graves consecuencias para mantener la autonomía (fracturas, traumatismos y miedo a caer entre otros).

 

Diversas investigaciones sobre la práctica de ejercicio físico en personas mayores, han reportado conclusiones favorables para la salud, relacionadas con la prevención de caídas. Se incluyen dentro de esta práctica programas de fortalecimiento muscular, reentrenamiento del equilibrio y la coordinación, además de contemplar la velocidad de reacción, la agilidad, la resistencia cardio respiratoria, la estructuración espacio temporal y la lateralidad.

 

Puede afirmarse que el ejercicio físico (movimiento controlado) es la medida preventiva más importante que se puede llevar a cabo entre las personas de edad, para lograr un envejecimiento activo y saludable (OMS) antes y durante la vejez. La parti­cipación periódica en actividades físicas moderadas puede retrasar el declive funcional y reducir/ prevenir el ries­go de enfermedades crónicas tanto en las personas mayores sanas como en aquellas que sufren enfer­medades.

 

Igual que los factores de riesgo para sufrir una caída son multifactoriales (género, edad, vivir solo, patologías, fármacos, caídas recurrentes, miedo a caer, tipo de vivienda, barreras arquitectónicas, etc.), la intervención también debe ser multifactorial y multidimensional. Los diferentes profesionales que están en contacto con personas mayores no deben dar la espalda a un problema socio-sanitario tan importante como son las caídas. Por lo tanto, el compromiso es de médicos, enfermeros/as, podólogos/as, asistentes/as sociales, trabajadores/as familiares, fisioterapeutas y los profesionales del ámbito de la actividad física responsables de detectar, derivar e implementar programas preventivos de caídas.

 

Desde el ámbito físico, la intervención debe estar encaminada a estimular de manera global todas las cualidades físicas en personas sanas o con deterioro. La intervención debe incluir una combinación de propuestas que involucren la resistencia cardiorrespiratoria, la movilidad articular, la fuerza y la coordinación, entre otras, además de incidir con más énfasis en fortalecer y mejorar la resistencia del tren inferior (por debilidad muscular), la propiocepción (problemas de equilibrio) y el esquema de marcha (deterioro de la marcha). Las sesiones deben tener un carácter global, en las cuales no solamente se realicen ejercicios físicos, también se deben implicar aspectos cognitivos y de socialización, entre otros.

 

La potenciación o el trabajo de una determinada cualidad física inciden en otras cualidades físicas y, por lo tanto, redunda en beneficios para el organismo en su totalidad. El trabajo de la fuerza del tren inferior, por ejemplo, mejora el equilibrio y el esquema de la marcha. El entrenamiento del equilibrio, a su vez, mejora alteraciones de la marcha. Se debe considerar la suma de contenidos y cómo cada uno aporta a los demás en pro de un mejor desempeño del individuo en las actividades de la vida diaria.

 

 

El ejercicio físico es la “Poli píldora” que puede ayudar a mejorar la condición física y prevenir disfunciones y situaciones adversas como las caídas

 

   Bibliografía

 

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